El camino en compañía.

Algunas veces, las personas pensamos que tenemos la capacidad, el conocimiento, la grandiosidad, la manera correcta de amar o de ver la belleza en lo que nos rodea. Pero aunque esas virtudes están dentro nuestro, pasan una gran parte de nuestra vida controladas por nuestro ego, y nos dejamos arrastrar a las emociones más oscuras, la ira, la desconfianza, la inseguridad sobre nosotros mismos y lo que nos envuelve... el miedo.
El miedo nos supone la barrera más grande, la atadura más estrecha y puede acabar haciéndonos vivir en una hermosa jaula de falsa seguridad. Miedo a no encajar, miedo a decepcionar, miedo a no saber, a no poder, a no querer creer... Miedo a mirar el espejo que está dentro de ti y ver quién eres, por si no nos gusta, por si no está en nuestros planes ser así...
La vida a veces tiene la gracia de hacer que sople el viento y te arrastre hacia el camino que llevas dentro, de poner en tu camino unas cuantas llaves que aún no sabes qué puertas abren, ni como se usan, pero está en nuestra mano cogerlas y tener la paciencia de esperar a que sea el momento correcto de sacarlas del bolsillo, porque de pronto se revelará su porqué.
Empiezo a comprender de qué modo nuestros compañeros animales nos ayudan a encontrarnos con ese espejo, con nosotros mismos, cómo nos empujan a veces hacia esas barreras de miedo y cómo nos ayudan a superarlas, ayudándonos a encontrar las herramientas adecuadas dentro de nosotros mismos.
Siento que me guían despacio y sin prisa por un camino en el que debo disfrutar de la vista, de todo lo que voy encontrando, juntos nos tomamos el tiempo necesario cuando hay un bache, ellos respetan mis silencios y me acompañan cuando se hace oscuro, no piden nada a cambio y su única voluntad parece ser que me reencuentre con mi propia verdad, que sepa quién soy y para qué he venido.
Aún hay cosas que no entiendo y mensajes que no puedo descifrar en sus actos y en las señales que me muestran, pero a menudo me siento infinitamente agradecida porque me hayan elegido para acompañarme en este camino.
Siento el amor de ellos, tan real, tan libre, tan transparente, sin condiciones ni cadenas que me resulta sanador y al mismo tiempo una hermosa lección de vida.
Su paciencia y su maestría son lo que me hace bajar mi ego al corazón para elevarlo y retomar el camino de nuevo.
Doy gracias, siempre, por tener la posibilidad de ver esta verdad.